Por Jorge Manrique, Rector del Colegio Jurista
Justo ahora, en un momento en el que se busca mantenerse al día con las herramientas tecnológicas de punta, aparecen grieta en competencias fundamentales, como la motivación como eje del desempeño, innovación y pensamiento crítico.
El reto de las universidades no sólo se centra en una educación personalizada en la que intervienen Inteligencia Artificial, Aprendizaje Acelerado, Realidad Virtual, Big Data y otras, sino en capacitar al futuro profesionista para solucionar problemas que aún no conocemos.
Entonces, sistémicamente se impone el pensamiento crítico y trabajo en equipo como soluciones indispensables. Pero más hondo de esas soluciones emerge la auto motivación como un factor crucial de actualización en tiempo real.
Hasta ahora, encontrar armonía en los objetivos puede aumentar la motivación y el bienestar, así como incrementar la posibilidad de lograr objetivos.
Aunque tradicionalmente se asumió que múltiples objetivos dispersaban la atención y no se lograba ni uno, hoy sabemos que los objetivos alineados pueden potencializar favorablemente los resultados.
En general, las personas en sociedades individualistas tienden a aferrarse a una identidad consistente, ser la misma persona en el trabajo, en casa y con amigos, pero poder cambiar de identidad de manera más fluida puede ayudar a las personas a encontrar conexiones entre sus objetivos, volverlos complementarios.
Aquí, las universidades tienen un rol crucial en cultivar la capacidad de integrar metas diversas como fomentan la orientación hacia metas múltiples donde los estudiantes desarrollan autopercepciones que les permiten vincular intereses personales con objetivos académicos.
Asimismo se promueven competencias transversales, como la educación emocional, la ética profesional y la comunicación interdisciplinaria, que permiten que lo técnico se conecte con lo humano.
Los objetivos complementarios, asimismo, diseñan experiencias formativas que simulan la vida real, como proyectos colaborativos, prácticas profesionales y actividades extracurriculares, donde los estudiantes ejercen múltiples roles simultáneos.
Cuando las universidades enseñan a establecer la conexión entre metas, no sólo preparan para el empleo, sino para el desempeño con sentido. Esto implica reconocer que la empleabilidad no es sólo técnica, sino también emocional, ética y relacional.
También inciden en que los profesionistas del futuro valoren la diversidad de roles como fuente de resiliencia, creatividad y liderazgo y catapultan el cultivar una narrativa personal coherente, donde cada meta se convierte en un capítulo de una historia mayor.






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